jueves, junio 09, 2005

Mi vocación como enfermero.

Hoy quiero darte las gracias por enseñarme a conocer un pequeño destello del fondo del espíritu humano, de explorar con él la agonía, la alegría y la vida, mezcladas en una dicotomía aparentemente contradictoria.
Sin ti difícilmente me hubiese percatado de la razón pura del ser humano: el amor, el amor a la raza humana.
He decidido tomar el camino de la asistencia a las personas en su mayoría enfermas, he tenido oportunidad de conocer diferentes perspectivas y sentimientos acerca de la vida, la salud y la muerte. Todo lleva a lo mismo: Es necesario humanizar lo humano, es necesario encontrar y buscar no en lo lejano sino en lo cercano y en el interior de cada uno, la esencia del alma, los valores y afirmaciones que deberían distinguir al ser humano como ser social.
Me gustaría siempre seguir evocàndote con ese regocijo que ahora experimento, y también quisiera siempre luchar porque no olviden tu razón de ser y tu utilidad para el ser humano.
Gracias por todo, por hacerme sentir vivo y útil al ser humano, a no hacer mi existencia una simple llama pasajera, sino a hacerla de una energía y calidez eterna.