No estuviste

Anoche estuvimos juntos viendo bailar un grupo de folklor con unos compases que armonizaban con el entorno: el clima, la gente, la música y el momento mágico se hizo presente: los dos juntos, rozándonos el hombro, tu olor corporal y tu irresistible sonrisa, esa casualidad escurridiza que ayer se digno a hacer acto de presencia, nos miró a la cara y se burló de mi banalidad: Tu no estabas ahí, fue MI TIEMPO y permaneciste fuera, redujiste ese magnífico instante en unos vulgares segundos cuando me tocaste la espalda y me dijiste que ya te querías ir, desde ese momento quedaste emancipado como un amante extinto y amigo cruel. Me fui contigo pero te dije adiós...

A mi amigo

Esta carta es para ti, le he dedicado innumerables horas y pensamientos a mis amores trascendentales (y otros que ni a eso llegan) y en general a aspectos de mi vida. Pero hoy quiero y siento la necesidad de tomarme este momento para escribirte.

A ti: Mi amigo…. El que estuvo conmigo en la cúspide de mi inmadurez e imbecibilidad, el que escuchó pacientemente mis introspecciones absurdas con esa mirada que solo un amigo te puede dar. No sé si me entendías pero tampoco me importaba, bastaba con esa mirada limpia que necesitaba ver reflejada en mis ojos.

Hemos creado nuestro propio lenguaje que más que palabras y sonidos, son un deleite de momentos y recuerdos saturados de nuestro propio estilo, y no es pretensión pero sabes muy bien que si alguien nos viera pensaría que estamos locos, pero ¿qué importa si nosotros mismos nos entendemos? ¿Qué importancia tiene la levedad irresponsable de nuestra sociedad?

Pero el tiempo no pasa en vano ¿verdad? De eso ha llovido y unas cuantas arrugas impregnadas de nostalgia y vitalidad me recuerdan que siempre has estado ahí: firme, dispuesto, arriesgado. Quiero decirte que te correspondo igual.

Y es hasta hoy, que ni siendo tarde ni temprano me atrevo a decírtelo: Estoy orgulloso de que seas mi amigo y de que en el pseudoensayo de mi vida hayas entrado en mi mundo y yo en el tuyo.